Comisión, Parlamento y Consejo europeos han llegado a un acuerdo de principio para incrementar de 9 a 11,7% su objetivo de eficiencia energética para 2030
Europa avanza, aunque a veces sea a trompicones, hacia su ambicioso objetivo de lograr la neutralidad climática en 2050. Las principales instituciones de la Unión Europea, Comisión, Parlamento y Consejo, han llegado este viernes a un acuerdo de principio para hacer más estricto su objetivo de reducir el consumo energético para 2030, que pasará de la actual meta colectiva de 9% a al menos 11,7%. Algo que supondrá, subraya Bruselas, que los países deberán “tomar en consideración la eficiencia energética en sus políticas, planificación y grandes decisiones inversoras tanto en el sector energético como más allá”.
La nueva tasa es menos ambiciosa que el aumento de hasta 14,5% —respecto a las previsiones que se hicieron para ese año en 2020— de ahorro energético que había propuesto inicialmente la Eurocámara. También es algo menor que el 13% que trataba de negociar la presidencia sueca, pero que se había topado con la resistencia de parte de los Veintisiete. Aun así, ha sido celebrada por los responsables de las negociaciones a tres bandas, los llamados trílogos, que se prolongaron hasta bien entrada la madrugada del viernes.
“La eficiencia energética es clave para lograr la completa descarbonización de la economía de la UE y la independencia de los combustibles fósiles rusos”, ha recordado entre tanto la comisaria de Energía, Kadri Simson, en un comunicado. “Un marco de la UE más fuerte nos ayudará a mantener el rumbo para lograr nuestros objetivos climáticos y energéticos de 2030 y puede ser además un aliciente importante para la competitividad y el refuerzo de la seguridad de aprovisionamiento energético”, ha considerado.
Para el eurodiputado danés al frente de las negociaciones en nombre del Parlamento, Niels Fulsang, el acuerdo, que implicará una obligación de ahorro energético de 1,5% de media anual para los países, frente al 0,8% actual, hasta finales de 2025, significará un “verdadero cambio en beneficio del medioambiente y para desventaja de Putin”.
El objetivo de la nueva meta es que los Veintisiete lleguen, de forma gradual, a un ahorro energético de 1,9% en 2030, aunque la meta para cada país es indicativa, ya que el objetivo legalmente vinculante es el que estos Estados deberán alcanzar en su conjunto. Durante las negociaciones, España insistió en que se tuvieran en cuenta en las mediciones el esfuerzo de reducción que lleva realizando desde que hace dos años se aprobó Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), que persigue una reducción de un 23% de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 1990.
Según la Comisión, la nueva meta global más ambiciosa supondrá “un instrumento importante para impulsar ahorros energéticos en sectores como la construcción, la industria y el transporte”.
Más eficiencia energética
De hecho, la revisión de las normas otorgan más responsabilidad al sector público, que deberá prestar más atención a la eficiencia energética: a este sí se le impondrá de inmediato un objetivo de reducción de energía anual de 1,9%, algo que tendrán que tener en cuenta en sus adquisiciones públicas de productos, servicios, edificios y hasta obras. La obligación de renovar cada año al menos el 3% del área total de suelo de edificios públicos para convertirlos en construcciones de emisiones cero se extiende ahora a nivel regional y local.
Además, los Estados miembros deberán “alentar” a las empresas con un gran consumo energético a ser más eficientes, con la amenaza de una posible auditoría energética si no cumplen. Asimismo, deberán promover que el suministro de calefacción y refrigeración en localidades de más de 45.000 habitantes avance hacia una descarbonización total en 2050.
La directiva actualizada propone asimismo por primera vez una definición europea de “pobreza energética”, lo que supondrá, subraya la Comisión, que los Veintisiete deberán “priorizar” medidas de mejora de la eficiencia energética entre la población más vulnerable y de ingresos bajos.
El acuerdo “presenta un objetivo ambicioso para reducir el consumo energético en la UE”, ha celebrado la presidencia sueca.
El acuerdo es de principio, es decir, todavía tendrá que ser validado por el Parlamento Europeo y por los Veintisiete. Un paso que normalmente es considerado un mero trámite, pero no se puede dar por sentado hasta que todos lo rubriquen. Sobre todo desde el precedente que estableció Alemania hace una semana en otro acuerdo clave sobre lucha contra el cambio climático, la prohibición de la venta de coches con motores de combustión a partir de 2035. La iniciativa debía ser sancionada sin problemas como un mero punto sin discusión en el primer consejo de ministros posible tras el acuerdo alcanzado en trílogo en octubre pasado. Pero la presidencia sueca de la UE tuvo que retirarlo precipitadamente de la agenda hace una semana ante la clara oposición germana, que pese a que en un principio dio su visto bueno inicial a la propuesta, ahora quiere garantías sobre un potencial uso de combustibles sintéticos, una exigencia controvertida que ha puesto patas arriba el acuerdo y dejado patidifusas a muchas capitales ante el peligroso precedente que puede dejar, no solo en materia medioambiental, un paso atrás por parte de un país clave como es Alemania.
Además de este pacto para aumentar a medio plazo la eficiencia energética, la Comisión quiere prolongar otra medida inmediata establecida como respuesta directa a la guerra en Ucrania: el objetivo de reducción de 15% del consumo de gas de los Veintisiete, acordado en julio pasado y que expirará el próximo 31 de marzo si no se renueva el compromiso. La comisaria Simson adelantó el jueves su intención de proponer su prolongación, ya que, dijo, constituye “la mejor garantía” para asegurar el aprovisionamiento energético para el próximo invierno.